Espacios Públicos,
Apropiación afectiva o global neoliberal.
Rodolfo Uribe Iniesta.
Hay situaciones en donde no existe posibilidad de tener una
posición neutral porque se trata de una disyuntiva. En este caso estamos en la
decisión de la modificación por un espacio público urbano para darle un sentido
global económico excluyente de la vida local o una recuperación y mejora y
rehabilitación para mejorar la calidad de vida y ofrecerle una experiencia
auténtica a los visitantes. Hace 4 décadas se hablaba de investigación
participante cuando se acompañaba una acción colectiva, hace 3 de investigación
implicada donde los mismos actores participaban en la definición del objeto de
estudio, ahora se habla de sujeto ubicado en tanto lo que se exponen los
procesos de diálogo de los diversos actores en la complejidad de las diferentes
dimensiones de la situación. La perspectiva de complejidad tiene mucho sentido
aquí porque quienes proponen el proyecto de museo sólo ven una sola dimensión:
“la conservación de las piezas” y tienen un solo objetivo: “aumentar el
turismo”. De acuerdo con Arturo Escobar nos hablan entonces de una perspectiva
de pocas relaciones sociales y mucha teleología con poca sustentabilidad, mucho
materialismo y utilitarismo y poca sociedad; mientras al abordaje estudiando
las diversas dimensiones de la situación nos permiten plantear alternativas
vitales desde la población local sin desplazar ni excluir a todos los elementos
actuales vivos incluyendo vegetación y animales. En esta metodología la
“conservación de las piezas” no se lee o interpreta como una mera cuestión
técnica, sino como lo que Bourdieu llama un “enjeu”, un campo, un
emplazamiento, un nudo, donde coinciden y se confrontan múltiples actores y
dinámicas que han de ser identificadas y explicadas una a una y en sus
relaciones, como lo que es: una coyuntura como la define Hugo Zemelman, es
decir, algo objetivable como una sola cosa pero en contradicción y lucha: un
sistema de conflicto en donde en su desarrollo o proceso ha de primar una
decisión u otra.
En las
meditaciones budistas hay un momento en que puede uno preguntarse si una cosa
vale la pena o no, de acuerdo con la respuesta eso le da a uno seguridad
interna para actuar que está más allá del valor o el coraje y de los pretextos
cotidianos. Cuando me tocó dirigir una radio que el gobierno me mandó a
liquidar y los Yokotanob me convencieron de negarme, y resistimos un año,
aprendí que lo importante no era ganar sino esforzarse por lo que vale la pena.
El propio proceso de organización y resistencia genera seguridad individual en
las personas, nuevos conocimientos y conciencia. Ganar o perder es secundario,
y la respuesta la tienes después de pasado el problema. Quienes por no perder
la chamba o la razón que sea toman una posición de defensa de lo irracional, lo
insensato, lo injusto, aunque después sean materialmente premiado viven todo el
resto de su vida bajo lo que la psicología está llamando el Síndrome del
Impostor, y los que pierden defendiendo lo razonable, racional y justo, siguen
su vida con una mayor seguridad en sí mismos con la satisfacción de haber hecho
lo correcto.
En
estos esfuerzos es clave comunicarse bien con el resto del entorno social y no
hacer actividades que generen rechazo y tener muy claro el objetivo de la movilización
para así poder armonizar y ser tolerantes con las muy diferentes personalidades
y formas de entender las cosas, y mediante diálogos como éste, ir constituyendo
una visión y acción compartida que busque integrar cada vez a más personas.
Diríamos, unidad en un objetivo claramente definido y comunicado respetando la
diversidad en lo demás. Hoy en el mundo hay dos tendencias: los autoritarismos
que destruyen sociedad para generar ganancias para las minorías, el
neoliberalismo; y los movimientos sociales de resistencia que construyen
sociedad desde abajo. Organizarse es un proceso de aprendizaje a convivir, y
también un tema que podría desarrollarse es el de en que consiste la
resistencia pasiva como forma civilizada de movilización política que construye
sociedad y sus ventajas frente a otro tipo de estrategias o repertorios.
Los gobiernos de la 4t que se presentan bajo el registro
del partido MORENA se definen como antiglobalizadores y antineoliberales. Pero
están olvidando que desde 1994, en el proceso electoral de Tabasco y las
reclamaciones por afectaciones petroleras y la resistencia civil, hasta el
último día del mandato del Presidente Obrador, se definió como Partido-Movimiento.
Es decir, no puede confrontarse o desvincularse del pueblo activo, que en
cuanto se organiza, se convierte en sociedad civil sin importar su nivel
económico o posición. Normalmente las organizaciones que atienden problemas
colectivos -como es el caso- son la unión de los múltiples que actúan
conjuntamente para defender el bien común. La 4t comenzó en Tabasco en 1988
como la unión de movimientos pacíficos de resistencia de pueblos indígenas, de
artistas, comunidades eclesiales de base, defensores de derechos humanos,
campesinos, pobladores y sectores que se separaron del entonces Partido Único.
Además
los gobiernos de MORENA tienen el mandato de no mentir, no robar y no
traicionar. En los 50 puntos de su programa el gobernador actual se comprometió
textualmente a mandar obedeciendo; mejorar la infraestructura del Parque Museo
la Venta, reactivando el espectáculo de luz y sonido; rehabilitar de manera
integral el Parque Tomás Garrido y rescatar la laguna de las ilusiones. No se
menciona construir un edificio de dos plantas sobre 14700mts2.
El
dilema de donde y cómo construir un nuevo museo no es una confrontación entre
partidos y de hecho está dividiendo a los partidarios de la 4t entre los que
-siguiendo el consejo de López Obrador- usan su propio criterio y los que sólo
obedecen consignas como en los tiempos de cuando el PRI era partido único.
El proyecto de construir un nuevo museo, un nuevo edificio
postmoderno encima del Parque Tomás Garrido de Teodosio González de León y el
Museo Parque Poema de la Venta de Carlos Pellicer es un proyecto típico de la
globalización neoliberal. Su primer característica es que en lugar de crear un
nuevo espacio público, cultural y ecológico en una ciudad petrolera altamente
escasa de éstos -es decir, en lugar de generar desarrollo cualitativo e
integrativo-, insisten en construir en el mismo emplazamiento para capitalizar
el capital simbólico, cultural, y afectivo desarrollado por más de 60 años de
apropiación y goce colectivo de locales y visitantes, sin mejorar la ciudad ni
la calidad de vida de sus habitantes de la ciudad. Al contrario, se trata de
colonizar un espacio vivo y vivido, es un proyecto que expropia un espacio
público ya integrado a la vida de todas las clases sociales del estado en
beneficio de un turismo de alta gama, digamos llanamente, de ricos básicamente
extranjeros. La lógica de la globalización: privilegiar lo lejano destruyendo
lo local: montar un escenario para quien sólo pasa destruyendo la vida de quien
ha estado y estará siempre ahí.
Espacios
públicos que además, en este caso, son resultado de exitosas intervenciones en
favor de la convivencia, cultura y esparcimiento de la población local, y que
en sí mismo son testimonio de la historia reciente del estado, como los pocos buenos
frutos que Tabasco cosechó del boom petrolero. El rescate de las “piezas”
estuvo totalmente determinado, forzado y ayudado a la vez por PEMEX, y el
“Tomás” se construyó con los dineros excedentes del petróleo. Y lo que está
destruyendo a las piezas es la lluvia ácida que producen las instalaciones
petroleras.
Al
construir sobre éstos se está borrando de un plumazo no sólo las obras
benéficas de gobiernos anteriores, sino la propia historia reciente del estado.
Hay una profunda identificación y relación
sentimental -que los tecnócratas ocultan- entre todas las clases sociales de
Villahermosa y “el Tomás”, que rodea y protege al Museo de la Venta. Ha sido
por 40 años -con el Centro de Convivencia- el más importante lugar de paseo,
recreación de la ciudad, especialmente para los niños, que cuando aprieta el
calor, convierten en balneario la Fuente de los Poetas. Hay también una
profunda relación afectiva de apropiación e identificación popular y cultural
con el legado material del principal personaje representante indiscutido del
Estado, Carlos Pellicer.
Todo esto es lo que el nuevo museo va a
arrancar de cuajo, destruyendo el único espacio donde puede uno refugiarse de
la isla de calor en la que se convirtió la ciudad, entretener gratuita o
accesiblemente a los niños y ya de por sí es el único atractivo para el turismo
internacional. Necesita mantenimiento y rehabilitación como prometió el
gobernador, no deconstrucción posmoderna como lo propuesto por Enrique Norten.
Y una cosa central: fíjense como el propio delegado del
INAH y los defensores del proyecto dicen que no hay problema porque se va a
construir sobre el Centro de Convivencia Infantil. Le están quitando toda
importancia a un concepto que fue central en el sexenio de Enrique González
Pedrero y Julieta Campos: Convivencia (ya ni mencionar lo de infantil). Incluso
en noviembre, cuando sin aviso público, se transfirió el control del Parque
Museo La Venta de la Secretaría de Cultura a la Secretaría de Medio Ambiente (en
un decreto del 9 de noviembre de 2024) trasladando administrativamente los
animales al Yumká, no se les llama animales sino que son 134 “activos
biológicos”. Y se justifica diciendo que ya no son “útiles” a la Secretaría de
Cultura. De ese nivel de deshumanización es su perspectiva.
La explicación teórica del Proyecto es que el capitalismo
genera capital expropiando las propiedades colectivas, sean tierras, paisajes,
naturaleza, cultura, y una forma de hacer esto es dejar que la propiedad
colectiva o el espacio público se deteriore para tener un pretexto para ocupar
el espacio, sea mediante la privatización directa o su reconstrucción o
rediseño que produce la necesidad de generar el negocio de pagar el diseño, los
materiales de construcción, la propia construcción, la administración, y luego
se hace necesaria la amortización del costo, que por supuesto se paga con
presupuesto público o cobrando el acceso, etc. O, cómo mínimo, el pretexto es
que -como el turismo- producirá una derrama económica a hoteleros y
restauranteros. Y hasta en esto falla el proyecto, porque la lógica de las
agencias de viajes es que se les deja a los turistas sólo dos horas en cada
lugar, sea museo o zona arqueológica, se les lleva a comer, duermen y salen al
día siguiente a otro lugar. Y eso va a pasar si concentran todas las piezas en
un solo edificio: dos horas y a Palenque. En cambio, teniendo dos museos en
lugares separados se genera un nuevo polo de desarrollo en la ciudad, un nuevo
espacio público y cultural que obligaría a los turistas a pasar dos noches en
la ciudad con la derrama económica que ello significaría.
En el sentido de apropiación neoliberal las cosas sólo
importan no por sí mismas sino por la posibilidad de cobrar por su acceso y uso,
y entonces hay una tendencia a destruir los espacios e instalaciones cuyo único
sentido y función es la convivencia y la sociabilidad gratuita. Para la lógica
turística globalizadora lo que vale es el simbolismo del lugar, y así, si antes
se viajaba para conocer la vida cotidiana real de otras personas, ahora se
destruye la vida cotidiana y lo que se le vende al turista es sólo un simulacro
y la población local y la vida real son excluidos. Se deja sólo un cascarón que
es mero signo o representación de lo que originalmente había en ese lugar. Por
eso en este caso la insistencia de hacer el Museo encima del Parque la Venta,
para vender con el nombre de Pellicer aunque se haya destruido la obra
verdadera y la vivencia que buscaba. Aquí se expulsa a la población local,
sobre todo a la popular, a los 138 animales y se destruye el patrimonio a
cambio de un edificio ahistórico diseñado bajo los una propuesta posmodernista
que como tal implica una abstracción que no se pueda identificar con ninguna cultura
específica y menos la local.
Para
hacer efectiva la destrucción material los tecnócratas primero hacen la
destrucción conceptual: están diciendo que no se va a tocar el parque Tomás
Garrido, pero se les olvida que el Parque es una unidad desde Paseo Tabasco
hasta el Museo de Cultura Natural, que tanto el Parque Museo como el Centro de
Convivencia están dentro del Parque. Y además ¿Cómo creerles cuando la escuela
de artes El Ágora, que está en el centro del mismo ha sido convertida en un
cuartel militar? Ese hecho demuestra el nulo interés que tienen en conservar un
espacio público. Y respecto al Parque Museo nunca se le menciona como tal, se
dice que su único interés es proteger las “piezas”. Así como los animales ya fueron reducidos a
“activos biológicos”, las obras olmecas son reducidas a “piezas”, y en lugar de
hablar del conjunto paisajístico, ecológico y poético que justamente reprodujo
a propósito el caos de la selva, se le desmenuza y reduce a una colección de
piezas que pueden ser transportadas y reordenadas de cualquier forma.
En entrevista con Chuy Sibilla el delegado del
INAH dijo que las piezas estaban siendo afectadas por el intemperismo, citando
como ejemplo el frío. Ajá sí, el frío tabasqueño, pues. Así de preparados y
conocedores son los promotores del proyecto. Y nadie menciona que lo que afecta
y ha afectado a las obras olmecas es la lluvia ácida que producen las
instalaciones petroleras y que daña la salud de todos los tabasqueños.
Se dice
que no hay proyecto y que sólo se presentó un render. Pero lo que quien lo dijo
no sabe es que un render sólo se puede hacer sobre la base de un proyecto,
planos, espacios, volúmenes, terminado. Y que el diseño de un Museo necesita
primero un diseño museográfico que se dice que tampoco existe. No son creíbles
sus versiones: si no existe el diseño museográfico entonces estamos tratando
con una institución incompetente.
El
capital busca desenraizar a las personas de sus identidades e identificaciones,
de sus territorios, de sus recursos, de su historia y memoria.
Si se
desaparecen las locaciones, los monumentos, los emplazamientos, lo que hoy se
define como patrimonio monumental o inmaterial, se rompe la identidad y todo se
deshace en el aire, se cotan los lazos afectivos y el tejido social, en este
caso se expulsa y se discrimina a la población más pobre con sus hijos, sobre
todo la que no puede pagarse el acceso a los climas de las Plazas Comerciales.
Y por cierto, ¿Cuánto van a cobrar para entrar a su lujoso museo?
Gracias Dr. por aleccionadora reflexión, lo citaré en mi pancarta, mañana en la Marcha Pacífica por el NO al MNO
ResponderEliminarDesde que ha publicado en face sus inconformidades por la incongruencia del Proyecto Ecocida.
Nunca veo el me gusta de los que antes le seguían, será por "El Síndrome del Impostor"
Rosalía Ávalos en mi primer comentario aparezco como anónimo, Dr. soy su admiradora y mi dificultad con la tecnología.
ResponderEliminarNo dan likes pero si leen porque luego me andan reclamando
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