domingo, 8 de junio de 2025

 El Museo de la Venta, el positivismo, los expertos y el paradigma de la simplificación.

Llama mucho la atención el hecho de que los promotores del nuevo proyecto de Museo Nacional Olmeca en el Parque Tomás Garrido y Museo de la Venta de Carlos Pellicer, incluidos arquéologos, biólogos y exfuncionarios del patrimonio cultural tabasqueño que son o llevan años afincados en Tabasco, al defender el proyecto en función de la conservación de las “piezas” del museo. Es decir, se privilegia ante todo la conservación de los enormes altares, estatuas, mosaicos y demás piezas que el poeta Carlos Pellicer colocó en un parque creado exprofeso para evitar que la industria petrolera las destruyera en su localización original en la Villa la Venta, Huimanguillo. Es un parque museo único en el país creado e ideado como un poema, reconstruyendo a propósito un ambiente de selva (por lo tanto caótico), y restituyendo algo de la fauna original. Es decir, se trata de una unidad conceptual poética que permite una experiencia poética del trópico húmedo a los visitantes. En términos modernos es una experiencia inmersiva. Que no sólo necesita ser conservada en su integridad y con sus “accidentes” (así llamó Pellicer a los lagartos) y avatares inevitables en su proceso temporal y su desarrollo: llámese mantenimiento. Pero además, como lo saben los estudiosos de la cultura y la estética y los promotores y funcionarios encargados del patrimonio cultural natural y monumental, no puede ser rodeado o integrado a un edificio o estructura que afecte la imagen, el entorno del ambiente original o deseado del diseño. Esto se discutió bastante respecto al edificio H de la Facultad de Ciencias Políticas de la UNAM respecto al Espacio Escultórico de Ciudad Universitaria, sobre la construcción de unos rascacielos junto al conjunto de la explanada central de la misma Ciudad Universitaria y en el caso del impacto de la torre Mitikah sobre Coyoacán en la CDMX. La construcción del edificio mostrado por el despacho TEN sobre el Centro de Convivencia, aunque no invadiera un metro del Parque la Venta, rompería con la idea, la ilusión, el efecto y por supuesto el diseño y la poesía imaginada por el poeta Pellicer.

          Para Diego Prieto y los biólogos y arqueólogos, se trata sólo de piezas sueltas que pueden reacomodarse en cualquier espacio de cualquier manera como objetos separables y muertos sin considerar que la propia reelaboración y narrativa del orden establecido por Pellicer e incluso los reacomodos que se han dado en el paso de los años mantienen la unidad y no rompen con el ensamblaje de naturaleza, cultura antigua y narrativa poética de su sentido original. Por otra parte tampoco consideran que el lugar por una parte es el único legado material que dejó el mayor personaje indiscutido del estado, como poeta, político, museólogo e incluso antecedente moral de los nuevos gobiernos. Estos arqueólogos y biólogos no están considerando ni la integridad que implica este museo tan original y particular, sino la significación emotiva, sentimental que significa para todos los tabasqueños, pero sobre todo que independientemente del turismo -lo único en que piensan también estos especialistas- que se trata del único lugar de esparcimiento gratuito en su mayor parte (el llamado ahora “el Tomás”) y a precio accesible en todo caso (el Centro de Convivencia y la Venta), para la población popular de la ciudad y el estado. Para todos los padres de todas las clases sociales, y en especial las populares, el conjunto ha sido el único lugar relativamente fresco y al aire libre donde se podía llevar recurrentemente a los niños en una ciudad petrolera que no los tiene en cuenta en sus espacios públicos. Destruir o limitar el acceso a estos espacios no sorprende porque sigue la política de forzar a las personas a asistir a los Centros Comerciales como únicos oasis protegidos por aires acondicionados, y además estratificados por clases sociales. Es decir, el proyecto sería, de realizarse, la mayor acción de gentrificación en la entidad: la expulsión de niños y clases populares de un muy simbólico, significativo e importante espacio público.

          Frente a la mirada materialista y segmentada, que además sólo considera al turismo y a sus propios intereses académicos y científicos y no a la población en general y menos a la popular, a los pobres, al pueblo, los estudios culturales, la ecología (que no la biología) y todas las interdisciplinas que consideran el paradigma de la complejidad y su epistemología, consideran justamente a los hechos y objetos como sistemas, ensamblajes, conjuntos cuya mayor importancia son las relaciones que se establecen entre los diferentes procesos de los diferentes elementos, y éstas relaciones que pueden ser físicas y materiales, en tanto se trata de hechos culturales o humanos, son básicamente sociales y necesitan reconsiderar los procesos de intercambio, significación, identidad y resignificaciones.

          El Parque Tomás Garrido (incluido su Centro de Convivencia Infantil) y el Parque Museo la Venta son un conjunto indisoluble desde la relación de apropiación simbólica y afectiva que a lo largo de 50 años ha realizado la población de Villahermosa mediante su uso y su referencia. Ver la cuestión como un mero rescate de piezas es la forma más simplificada e ignorante de verla. Es ejercer lo que Pierre Bourdieu llamó violencia simbólica: una violencia más de la modernización sobre Tabasco. Uno de estos especialistas se burló de mí diciéndome: “Ay sí, destruir el parque es destruir tu infancia”. Seguro me lo dijo porque alguien más se lo dijo, pero no le pude responder, porque no tiene hijos, que es mucho más importante no por nuestra infancia, sino por la de nuestros hijos. Como dice la canción de Maná: ¿Dónde jugaran los niños?

5 comentarios:

  1. Excelente texto, que pena que. Los que han saludos con sus videos no estén a la altura para una discusión de este nivel

    ResponderEliminar
  2. Así es muy bien dicho

    ResponderEliminar
  3. Rodolfo sigo pensando que tampoco estás viendo el panorama completo. Igual que se debe proteger la idea y obra de Pellicer, se debe proteger las esculturas. Varias son piedra gneiss que prácticamente se escama y pierde. Y los trazos son finísimas incisiones que cada vez son más borrosas. En lugar de generar confrontaciones sería más productivo combinar propuestas y obtener proyectos exitosos. Saludos de Judith Gallegos

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. De acuerdo. Graciela Beauregard Solís.

      Eliminar
  4. Excelente texto un abrazo

    ResponderEliminar