Yo Tonya, techo de cristal?
No, techo de cemento. Lo que las feministas no quieren ver.
A lo largo de muchos años de
trabajo tanto desde la experiencia como empleado público como desde la
observación en la práctica de investigación y en la propia vida cotidiana, que
siempre impone una perspectiva muy específica, me ha tocado ver situaciones y
experiencias de vida de mujeres donde se materializa, casi siempre de manera
brutal las limitaciones extralegales para mejorar sus situaciones laborales,
jerárquicas, reconocimientos o participación social contrarias a la creencia en
una sociedad moderna democrática en donde supuestamente tanto los empleos, las
promociones y los reconocimientos deberían de obtenerse vía la competencia y la
demostración de capacidades sin importar la identidad étnica, de género o de esa
categoría cultural-económica que son las clases. Con base en esto y trabajando
en el medio académico y científico de las ciencias sociales donde sí se ha
logrado en lo numérico la equidad de género, se han generado posiciones y
grupos de poder e influencia con éxito formados por mujeres (no siempre
necesariamente feministas), y donde por muchos años he trabajado tanto con
feministas como con especialistas de diversos géneros en estudios de género,
durante años ha tratado que este tipo de especialistas se interesaran en cierto
tipo de historias de vida que muy claramente demostraban este tipo de situaciones
y siempre, sin explicaciones, he recibido negativas. No les interesa. No lo
había entendido. Como que había un punto al que no quieren llegar, en parte por
un defecto congénito de un tipo de práctica científica en la que no se estudia
aquello que no se apegue a una teoría existente específica, pero por otra
parte, tras ver la película producida por la actriz y protagonizada por la
actriz australiana Margot Robbie me quedó claro: contra la teoría de estudios
de género llamada “Techo de Cristal”, que explica como de manera soterrada y
silenciosa se ejerce una presión social e institucional para impedir que las
mujeres lleguen a puestos directivos tanto de empresas como instituciones por
ser mujeres, en historias de vida como la de Tonya Harding lo que hay es un “techo
de concreto”, que es la limitación conjunta no sólo de género, sino de clase.
Una situación donde confluye y se suman las limitaciones estructurales de culturas
de género específicas de las diferentes clases involucradas en cada proceso,
con el precio o cierre que imponen las relaciones interclasistas específicas
del caso. En la película queda clarísimo y se explica explícitamente el rechazo
a Tonya porque quiere participar, competir y ganar solamente por sus
capacidades técnicas pero manteniendo su identidad de clase e individual producto
de la dureza real de la vida competitiva de la clase trabajadora
estadounidense. Tiene que aprender a adaptarse a una imagen que encubre la
violencia real efectiva de la sociedad en que vive y adoptar una que simula una
situación idílica, ideal tanto sobre el proceso de competencia, los procesos
reales de su sociedad, y sobre el ser mujer. No se trata sólo de competir, sino
que si superó -por los esfuerzos y sacrificios- los costos de entrada a la
competencia (que normalmente, en la vida real están cerrados si no por
reglamentos explícitos, si por formas sutiles como precios de ingreso a los
espacios o exigencias de instrumentos necesarios con formas de distribución
controlados o precios artificialmente manipulados) tiene que sumarse al
esfuerzo de simulación que sostiene al propio sistema como imagen (sobre esto
les recomiendo revisar el libro de Guy Dubet La Sociedad del Espectáculo). De
ahí entendí porque las feministas y las especialistas en estudios de género
jamás reportan los casos reales que les recomendaba: porque son casos en donde la exclusión y represión no es sólo como un efecto de políticas o culturas
de género o étnicas, sino que exhiben descarnadamente que cuando se trata de
clase, el techo no es de cristal sino de concreto, y por las propias
estructuras de control del trabajo académico, científico, llámense evaluaciones
y comités editoriales, es de interés institucional encubrir el conflicto de
clase. A lo que en muchos casos de especialistas de género y feministas se
agrega una práctica en la que para “reforzar” su perspectiva y teorías (no es
capricho, se traduce en presupuestos) buscan no mezclar un problema de género
con lo que ocurre en la realidad: no existen casos puros, en toda situación
real se mezclan procesos de diversas naturalezas. Así, debemos agradecer que la
película I Tonya no se escribe ni desarrolla desde un teoricismo feminista, sino
con un interés en mostrar el caso real incluso recurriendo a ciertas técnicas
de hiperrealismo -se usan entrevistas verdaderas reactuadas por actores- dada
la conciencia que los personajes verdaderos tienen del carácter mediático de la
sociedad y de su condición de individuos aislados (losers, fracasados). Es
interesantísimo como la verdadera Tonya se encuentra en un momento en que sin
ningún objetivo más, sólo para meramente sobrevivir, pagar la renta y la
comida- entiende que tiene que hundirse más, jugar el papel que le asignan los
medios.
Temas que destaca la película:
1)
El juego de las afectividades, los chantajes
afectivos locales y mediáticos, una
sociedad que funciona bajo el chanteje de la necesidad de “ser querida”.
2)
Los acompañantes de Tonya se toman en serio la
competencia y aplican reglas y prácticas de su propio medio inmediato más la imagen
que tienen (mediática) del mundo, sus ilusiones/delirios (en inglés delusions),
para actuar: “he cambiado la historia”, y la prueba de ello es que sus acciones
aparecen en los medios: logran la principal afirmación ontológica de la
sociedad moderna.
3)
A Tonya, como mujer working class por un lado
la jalan la cultura local de su entorno inmediato (todos quieren que triunfe por
ellos, pero en realidad individualmente no quieren que sea mejor que ellos) con
los vicios y violencia de su definición dentro de las modernas familias
disfuncionales: hija propiedad de la madre; y como mujer: su relación con el
marido. La hunde siempre su dependencia emocional de ambos medios y el rechazo
del padre, que en realidad es defensa propia del padre de la violencia de la madre,
que se ve obligado a abandonar a la hija al abuso permanente de la madre. Y
luego, al intentar superar todo esto destacando mediante el patinaje, le piden
que de una imagen de “normalidad social” cuyo esfuerzo en realidad la vuelve a
hundir en el pantano del que quería salir.
4)
La madre es un personaje muy interesante porque
tiene totalmente claro el precio y el medio para superar su situación de precarios,
pero al mismo tiempo está reventada, destruida y tanto construye como destruye
a su hija “para hacerla fuerte”, sabiendo que es la única manera en que puede
competir y destacar (y "realizarse" ella misma a través de la hija).
5)
Llama la atención que siendo Margot Robbie una
guapísima actriz como lo ha demostrado en películas como el Lobo de Wall
Street, aquí aparece maquillada resaltando un rostro duro, cuando la verdadera
Tonya, según se puede ver en los videos que reproduce la propia película tiene
una cara y una voz mucho más dulce, que de hecho contrasta más con lo brutal de
su historia. ¿Por qué hicieron eso en la película, ya sea el director o la
productora-actriz? Porque curiosamente, cuando ocurrió el hecho real fue claro
que se buscó polarizar las imágenes de la Kerrington como princesa de cuento y
Tonya como camorrista, cuando en tanto en imagen no había tanta diferencia, y
además, ¿por qué en la película no profundizan en la relación de amistad que la
Harding dice que existió entre ellas, compartiendo cuartos de hotel y demás?