lunes, 20 de agosto de 2012

Una Tarde de Gracia 1





David Brooks muestra efectos no deseados de la polisemia y polimorfismo del Rock

American Curios
Rock electoral
David Brooks
Foto
Paul Ryan, compañero de fórmula del aspirante republicano a la Casa Blanca, Mitt Romney, ha declarado que le gusta el sonido de la banda Rage Against the Machine, pero no sus letras, a lo que Tom Morello, el guitarrista del grupo, ha respondido que a él no le gustan ni el sonido ni las letras del político. En la imagen, el representante federal en su faceta de cazadorFoto Ap
E
sta es una elección que aún no tiene ruta sonora. Las campañas han probado con rock, country, un poco de salsa mezclada con norteño y, a veces, algo light para no interrumpir cocteles sólo para millonarios interesados en la democracia, aunque, dadas las perspectivas y la calidad del debate, tal vez deberían recurrir a un blues muy simple. Algo que, con cada día de discursos y ataques, maniobras y promesas, se oiga “le dicen lunes tormentoso/pero el martes está igual de peor…”
Eso sí, los candidatos presidenciales y otros políticos y sus estrategas intentan imponer su música, a veces en contra de los deseos de los músicos, e invitar a músicos (y otras estrellas) que ellos saben que inspiran mayor confianza y respeto entre el electorado que ellos.
En las campañas electorales, escoger la música para identificar al candidato es parte clave de la estrategia, es la expresión de su mensaje. También lo que escuchan los candidatos es algo que se utiliza para efectos propagandísticos. Pero a veces hay contradicción entre políticos y músicos.
Paul Ryan, quien acaba de ser seleccionado por el candidato presidencial republicano Mitt Romney como aspirante a la vicepresidencia, o sea, su compañero de fórmula, es un representante federal conservador que promueve anular el incremento en gastos de defensa y algunos de los programas sociales prioritarios de este país, y reducir los impuestos de los más ricos. Ya había expresado que una de sus bandas favoritas era Rage Against the Machine (el nombre se puede traducir como Furia contra la máquina). Para Tom Morello, el gran guitarrista de la banda y participante en luchas sindicales, en el movimiento Ocupa Wall Street y en los otros movimientos indignados del mundo, quien en su guitarra tiene grabado armen a los sin techo, esto fue too much.
Es entretenido el amor de Paul Ryan por Rage Against the Machine, ya que él es la encarnación de la máquina contra la cual nuestra música ha estado enfurecida durante dos décadas, escribió en un artículo publicado en Rolling Stone. Ryan dice que le gusta el sonido de Rage, pero no la letra. Bueno, a mí no me gusta el sonido de Paul Ryan ni sus letras. Le pueden gustar las bandas que quiera, pero su visión de trasladar ingresos de manera más radical al 1 por ciento es antitética al mensaje de Rage. Me pregunto cuál canción de Rage es su favorita. ¿Es esa en la que condenamos el genocidio de los indígenas estadunidenses? ¿O la que golpea al imperialismo estadunidense?.... Morello señala que entiende que Ryan está lleno de furia, furia contra las mujeres, los inmigrantes, los trabajadores, los gays, los pobres, el medio ambiente, pero eso sí, no siente ninguna rabia contra los más ricos. Al final se burla sugiriendo que tal vez Ryan es un infiltrado que de verdad entiende la música de Rage, y que al ser elegido llenará Guantánamo con los empresarios criminales que están financiando su campaña... y después los torturará con música de Rage 24 horas al día, siete días a la semana.
Morello no es el primero en sufrir algo así. Vale recordar que su gran amigo Bruce Springsteen, con quien colaboró en su último disco, tuvo que pedir que el santo de los republicanos, Ronald Reagan, dejara de usar su gran canción Born in the USA como uno de sus himnos de campaña; la gente de Reagan simplemente no escuchaba la letra y pensaba que era un himno patriótico cuando era una rola furiosa contra las secuelas de la guerra de Vietnam para los veteranos y el alma estadunidense.
También esta semana Silversun Pickups exigió que la campaña de Romney suspendiera de inmediato el uso de su canción Panic Switch.
Les ha pasado lo mismo a muchos más en años recientes: David Byrne tuvo que demandar que el ex gobernador de Florida Charlie Crist dejara de usar su rola con Talking Heads Road to Nowhere en su campaña electoral. Tom Petty demandó que la candidata republicana Michele Bachmann dejara de usar su canción American Girl. Jackson Browne y Foo Fighters tuvieron el mismo lío con la campaña de John McCain hace cuatro años. Bobby McFerrin solicitó que George Bush padre dejara de usar Don’t Worry, Be Happy. Sting también, contra George Bush hijo. La lista es larga.
A la vez, los músicos también figuran para apoyar campañas tanto con su música como con su presencia. La lista de músicos que apoyan explícitamente la campaña de Barack Obama es larga: en 2008 fueron prominentes: Springsteen, John Mellencamp, Black Eyed Peas, Jay-Z, y hasta Pete Seeger. Springsteen ha dicho que está un poco decepcionado de Obama y que no participará de la misma manera este año. Pero se han sumado: David Byrne, Marc Anthony, Lady Gaga, Mick Jagger, Alicia Keys, BB King, Beyonce Knowles, Ricky Martin, Barbra Streisand, y hasta hay una agrupación de DJs por Obama.
El talento del lado de los candidatos republicanos (no todos con Romney) es, pues, de menor calidad según este crítico, pero igual jalan a sus bases: Kid Rock, Gene Simmons (de Kiss), el rapero Prodigy, Joe Perry (Aerosmith) y Dave Mustaine de Megadeth, quien recientemente se ha sumado a las posiciones de la ultraderecha cristiana fundamentalista y ha dicho que Obama estaba detrás de las recientes matanzas en Colorado y Wisconsin para promover la prohibición de las armas
Hay toda una historia de músicos famosos y presidentes: Frank Sinatra y Marilyn Monroe con John F. Kennedy, Elvis y Nixon, Fleetwood Mac y Clinton, así como también detrás de candidatos presidenciales independientes, como el caso de Patti Smith, Ani DiFranco y Eddie Vedder con Ralph Nader.
Tal vez la contienda electoral debería volverse una obra musical. O tal vez sería mejor idea hacer un concurso como una batalla de las bandas, y que el público votara por el mejor elenco musical.
Por lo menos así uno podría bailar en lugar de escuchar el sonido y la letra de los políticos. Y tal vez de repente, como jazz, algo brotaría para romper con el ruido escandaloso y crear un nuevo concierto en el cual todos estén invitados a ser los compositores.
Añadir un comentario
  • Buen artículo
    Octavio H.
    Muy buen artículo ¿puedes decirme cada cuándo escribes? Me pareció muy interesante y quiero leer más de ti.
    • Periodicidad
      Mariano Soto
      David Brooks escribe para la Jornada todos los lunes

martes, 14 de agosto de 2012

El Gato Blanco en la Tarde Perlada

.El hombre entró violentamente en la recámara. Era media tarde de un día particularmente luminoso a pesar de que llovía.  A través de la ventana el cielo gris perlado reflejaba una luz suave pero muy clara que recortaba los objetos individualizándolos. Se acostó con un inusual cuidado de acomodarse horizontalmente, con la impaciencia de no estar cansado, con la falta de energía de no estar enojado, con la desazón de sentirse derrotado. Sintió de golpe que no tenía nada que ver con el hombre que un mes antes había manejado 2000 kilómetros hasta el desierto y cabalgado al menos un día entero, arriba y abajo por una montaña. Apenas en la mañana se sintió valiente porque había ido a recoger unas impresiones fotográficas justo en la esquina donde el miércoles anterior, menos de una semana antes, habían asesinado a un empresario antes de entrar a su oficina. Y por otra parte no terminaba de procesar que sentimiento era esa sensación que tenía luego de haber visto en la primera plana de los periódicos que el alcalde electo de la población de la que partió la expedición al desierto había sido asesinado. La noticia se sumaba naturalmente a que en otro de los pueblos visitados había aparecido una camioneta con doce cuerpos de hombres asesinados, y que relacionado con eso, al día siguiente, se había librado una balacera donde habían muerto otras cinco personas en la misma capital del estado, en la hermosa ciudad donde había disfrutado tanto de la paz de caminar por su Calzada y plazas del centro histórico.

 Pero nada de eso tenía que ver con ese momento. Se sintió irreparablemente viejo e inútil, derrotado por un texto. Era evidente que ya no podía cumplir el plazo fijado. No podía escribir más, no podía inventar ninguna historia. Pensó, que en realidad nunca había servido para eso, que además no era justo consigo mismo el tener que someterse a la misma angustia a cada trabajo, sobre todo con su costumbre de pedir siempre el pago por adelantado para forzarse a terminar sin importar lo que ocurriera. Pero al mismo tiempo era lo único que le importaba hacer. En lo demás no importaba ser tachado de mediocre, cumplir a medias para ir tirando y no sentía mínimamente culpable de fingirse enfermo para liberar tiempo para escribir. En esto no le importaba en nada lo que le dijeran, el calificativo que recibiera. Bastaba con la satisfacción de poder entregar un texto inventado, sacado de la nada,  a tiempo. Eso era todo. Debería matarse. La idea nació con el coraje de la impotencia y se tradujo en una frase: debería matarse. En ese justo momento el gato blanco que apenas unos momentos antes había estado acariciando en su regazo, mientras permanecía frente a la pantalla blanca del procesador de palabras de la computadora, saltó sobre él. Se acomodó a lo largo de su pecho y lo miró a los ojos con sus intensos ojos azules con ese fondo semejante al de los manantiales limpios de las zonas de suelos calcáreas. De hecho se le quedó en la punta de la lengua el nombre del manantial cercano a la ciudad de Campeche donde había visto un color semejante de piedra azul jaspeada. Ojos intensos y serenos. Poco a poco el gato se fue cansando y comenzó a parpadear hasta terminar ronroneando sobre su pecho con los párpados apretados en remedo de una serena sonrisa de sabiduría. Con mucho cuidado para no despertar al animal el hombre extendió el brazo izquierdo para tomar el libro más cercano sobre el buró. Era una novela que no había comenzado a leer y que había comprado porque la publicidad decía que servía para comprender la crisis económica griega. Leyó la primera línea “El gato instalado sobre el respaldo del banco de enfrente, me mira.” Aunque el libro comenzaba con la crisis tras la hospitalización del inspector Kostas Jaritos, se preguntó si Petros Márkaris habría sufrido una crisis semejante, y habría recibido la ayuda de un daimon parecido. Recordó el adagio Beatle: “The love you give is the love you take” y siguió leyendo procurando no incomodar al gato. Concedió que nadie puede pensar tonterías con un gato durmiendo en el pecho.