lunes, 24 de septiembre de 2012

          Taxco, Sueño de M.C. Escher.
Taxco es la materialización de los sueños que M.C. Escher plasmó en sus grabados. Es la progresión del orden, reiteración, geometría, y fuga hasta la obscesividad que alcanza el absurdo.

Una jóven arquitecta le explica a los visitantes que la ciudad es así porque nadie la planeó sino que ha crecido con una mera lógica de agregación mediante la autoconstrucción, y en ésta "cada quien quiere imitar lo que ve, lo que hace el vecino, lo que han hecho otros, lo que se supone que es lo que considera que hay que hacer".

Pero al intentar copiar en un terreno diferente, aunque sea el de junto, con la irregularidad de la montaña va cambiando el terreno, y no se cuenta con los mismos recursos, con los mismos materiales.


Entonces,  a pesar de la obsesividad de copiar, de crecer por acumulación, sumar cajones, cubos, prismas, ángulos rectos, terrazas, no se obtiene la semejanza que daría imagen de estabilidad. Por pura agregación toma la apariencia de movimiento, una misma figura en fuga. Da la impresión incluso de una espiral que va hacia ninguna parte y donde el modelo edificio por edificio, casa por casa, cuarto por cuarto, terraza por terraza se va distorsionando...









Y al mismo tiempo, el alejamiento llega al grado de que ya nadie recuerda cual era el modelo original, el edificio primigenio, referencia por referencia, testimonio por testimonio, se descubre que en realidad nunca existió, fue un arquetipo imaginario al que ya no se puede acceder para hacer la corrección necesaria.





El resultado es una geometía obsesiva y reiterativa, fractal, imposible, que finalmente, en su lógica de ángulos rectos y objetos, edificios, casas y cuartos cuadrados con sorpresivas irrupciones naturales de verdor, termina, en última instancia, sin explicación posible, pero con evidencia inmediata y visible, sin necesidad de demostraciones ni pruebas; centrada, organizada, incluso diríamos anclada, amarrada, verdadero atractor de orden, por el edificio singular, único, por todo lo contrario, por las torres y portal barroco, churrigueresco de la catedral.






lunes, 17 de septiembre de 2012

Carta de Navegación

Aves, piedras, árboles, la espuma se excita inútilmente en torno al blanco islote devastado en el tiempo y la memoria de los que pasaron, los que pudieron recordar. El ruido del agua es múltiple, no es uno el paso del río: está el batir próximo y constante de los rápidos, las brazadas medrosas sobre la piedra que cierra el estanque del recodo, la fricción del volumen que vanza simétrico, compacto y estable, los chapaleos que hablan de lo azaroso en el cuerpo, lo que siendo lo mismo permanece por lo variable, el pequeño y efímero desvío que define el eterno curso, el subri y bajar, rodear, golpear inconstante, y más aún el ruido que no se oye, el permanente, el que lo es todo, o quizá meramente pasos que nunca se acercan ni se alejan, hojas que tropiezan en su caída libre, rumor de ramas y enredaderas, cortinas vegetales, tapices de musgos, terrazas de orquídeas y hongos enormes que escalonan la vertical columna del tronco.

 
Ruidos que se meten por los brazos y toman el ritmo de la sangre. Iguana que fractura la alfombra de hojas secas. Flores que ensucian el tapete verdoso. Lodo de tierra que se resiste a ser arena. Quise hundir de costado el cuerpo hasta mojarme los hombros y mirar el cielo, la pared flecada de los cerros y sus despeñaderos arbóreos abrazados al basalto.


Avanza en el desorden pedregoso la culebra del reflejo y rompe la fruta madura la urdidumbre vegetal. ¿Qué sonido distingue al hombre?

Repican en lo alto las tijeras de la tarde, llamadas pasan zumbando como cables energizados y alternan con el timbre de insectos desvelados. Gana el color el agua con el sol que se dobla, azul en sombra, verde al descubierto. Doradas las piedras y troncos, el verde es oro nuevo en el engaste negro del lodo iris del basalto.

 
Los árboles solitarios en el limite del pastizal, guardianes del torrente, y sus pesados ropajes estampados y sus innumerables collares, mujeres graves y enjoyadas, o sacerdotes de anteriores eras (hoy el templo los viste, los agobia, a la larga, los seca). Quedarse, persistir, soportar. Es sólo un sonido. El del tiempo que no se mueve. Un sonido que creció con la selva, que construyó civilizaciones que miraban estrellas y conocían el inframundo. Los constructores de la escalera del día de 13 escalones.
 

Un pedazo de corteza es tortuga muerta al azar de los remolinos. El río huele a tortilla reciente. Las guías de las enredaderas vibran señalando con insistencia. Llegaron niños con voces de la tarde. Abordaron un tronco y treparon a la galería veteada por frutos que no encontraron. Con estar ahí, el extraño es ya un ser deforme -su traje de ciudad-, una caricatura de algo, un ser de otra creación, madera retorcida, chango o toloque para mirar y callar. Trepados en la copa los niños flotan sobre la corriente, inclinan con su peso las ramas que acarician el agua. Lianas, nudos de varejones y bejucos, suculentas lanzaderas con sus hojas corazón, sus hojas flecha, lengua o palma abierta. Son invitación y memoria, mil cuerdas de suicidas arrepentidos.
 
Retirarse tropezando con indeseadas caricias. Ramas que se mimetizan como víboras para no ser pisadas. Hundida en el lodo la vegetación mordisqueada y manchada de viejo parece aplastada por una antigua catástrofe, una violencia sin memoria. Las raíces de la ceiba abrazan rocas navegantes, cabelleras que aprietan, ocaso.
 
En el reloj improbable, en la máquina no el sonido, aparece la recuperación de las sucesiones, el tiempo de lo mesurable, el que avanza y establece dirección cuando, en realidad, aquí, a la vida, no fue todo sino parpadeo o trago de agua, sendero polvoso y sol en la frente, agacharse bajo la sombra de viejos cacaos, mujeres lentas con sombrillas negras de sol, caballos que adivinan el vado y cruzan tanteando y el ganado que saluda al vientre opaco de mi ojo inservible.
 
Cerveza tibia como muslo moreno y espera. En la pequeña tienda se habla de un niño tierno que murió de pulmonía con el frescor de la madrugada y la imagen de un velero en mar azul del calendario es un hoy que remite a otro tiempo en el lugar y la memoria. Los caballos beben sin prisa también. A este hombre le duelen las marcas de los dientes de la serpiente que no mordió su pantorrilla.

miércoles, 5 de septiembre de 2012

Vivir en el D.F. Cuento Surrealista Contemporáneo.


Hace 11 minutos
Eloísa Rivera
Vete a delegaciones poco concurridas, y ahí todo es rápido (o sea, evita Coyoacán, Cuauhtémoc y Miguel Hidalgo)


Edmar Ariel Lezama
Yo lo saqué en GAM sin cita sólo con llegar muy temprano.

Hace 10 minutos
Marianna Jaramillo
dicen que Venustiano Carranza también es super rápido!


Hace 7 minutos
Muchas gracias!Ariel, hace cyuánto lo sacaste en GAM?


Hace 6 minutos
Evita coyoacan y Benito Juárez son la locura.


Hace 6 minutos
ES QUE YO FUI HOY (no fui temprano, es cierto) y me dijeron que sólo con cita, y en internet solo hay cita para dentro de 15 días!


Hace 3 minutos
conviene estar checando el portal de internet constantemente, pues hay cancelaciones de último momento y se abren espacios

Hace un minuto aproximadamente
Una vez me dijeron que si dices que es urgente te dejan pasar, y si, ve a donde hay poca gente
 
Mil gracias a todos, seguiré sus recomendaciones, deséenme suerte.