Reflexión inevitable: Nos fallaron los juristas académicos y aristócratas y los tecnócratas de Zedillo, el monopolio del saber jurídico se convirtió en una aristocracia familiar que en este siglo se asoció con la delincuencia organizada. Los contrapesos eran una ilusión de quienes tienen dinero o relaciones para acceder a los procesos legales: puro capital económico, académico y social. ¿Cómo romper con esas mafias? Y aún con esta elección quedarán suficientes representantes de las élites, y quedarán intactos los sistemas estatales que claramente dividen los que están in y los que están out. La otra pregunta, ¿ante las dificultades y las deficiencias es mejor no hacer nada, ni siquiera generar conciencia? Entiendo perfectamente que quienes somos parte de la academia y la sociedad ilustrada, y más si hay una posición económica desahogada no podamos ver lo que pasa afuera de nuestros círculos. Que experiencia tienen los otros: los desposeídos, los no educados, finalmente el temor a quienes consideramos “bárbaros”. Que en este país colonizado casi siempre terminan siendo los que parecen o son indios. Lo dice el hijo de un abogado que sufrió esa discriminación toda su vida a pesar de su carrera como funcionario federal. Yo tuve la “suerte” de tener el color de mi madre y entonces la gente cree que estoy del otro lado y siempre he podido conocer, saber, escuchar y ver lo que piensan y le hacen a los “otros” (incluidos mis parientes). Y da risa que la gente cree que uno es rico por ser “güero”. ¿Contrapesos? Por favor: ¿los había antes?Y si queremos que las cosas cambien no se trata de escoger a los “neutros” sino a los que están a favor del cambio: ya vivimos la experiencia de la diferencia entre los “moderados” y los “puros” en el siglo XIX donde moderados como Anastasio Bustamante e Ignacio Comonfort nos costaron una guerra civil.
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