miércoles, 15 de julio de 2020


La rebelión de los desplazados: 




Varios de los intelectuales mexicanos más conocidos, algunos de ellos que estuvieron en organizaciones políticas de izquierda antes de 1988 y todavía algo después, y cuando menos dos que se asociaron a campañas electorales de AMLO, publicaron un desplegado acusando a la "supuesta cuarta transformación" de autoritarismo y de hacer retroceder los "avances democráticos" (¿se puede llamar  así a los fraudes electorales sistémicos y recurrentes?). Llaman a hacer una alianza para quitarle al gobierno la mayoría en el congreso. De entrada por su composición y tono suena a aquel llamado "Grupo San Ángel" que impulsó a Vicente Fox y participó en su gobierno. Y es claro que den por exitosa la llamada "transición democrática" que a algunos de ellos, o gente cercana a ellos,  les trajo puestos, presupuesto y vínculos con los gobiernos neoliberales. Pero más allá de ello, lo que es super evidente es el carácter endogámico y uniclasista, incluso estrictamente chilango, del grupo, por una parte. Y por otra, el que pecan del vicio de los intelectuales mexicanos que acusaban Carlos Mosiváis, Ikram Antaki y el propio Roger Bartra que firma esta carta: Más que un grupo meritocrático que argumenta en función de conocimientos, actúan y se presentan como un estamento clasista autolegitimado por una "superioridad moral" frente al resto de los ciudadanos mexicanos, una especie de ciudadanos de los ciudadanos o super ciudadanos.


 Llama la atención que el documento no habla de las grandes desigualdades producidas por el período neoliberal y cómo corregirlas, pero sí de una centralización del poder (y el presupuesto, por ende) del actual gobierno respecto a los organismos descentralizados, fideicomisos y demás, de los que específicamente ellos recibieron puestos e importantes apoyos. Su llamado es claro: no buscan una mejor distribución de la riqueza, igualdad social o cosa parecida, sino participación en el gobierno (y el presupuesto). Ese es el nivel de pluralismo que describen, al que llegan. Y apelan a los ciudadanos como una mera masa de maniobra (votos) para apoyar los contenidos y objetivos predefinidos por ellos (en su calidad de intelectual y moralmente  superiores). Su propuesta no es progresista porque no plantea un cambio de formas, actividades y objetivos, sino regresar a darle vigencia a las formas e instituciones surgidas después de 1988 y que tuvieron todo que ver con la búsqueda de "legitimidad por desempeño" con que Salinas de Gortari desgranó al Frente Democrático Nacional, incluso directamente dándole chamba a muchos de estos firmantes o gente cercana a ellos. Olvidan y obvian totalmente los fraudes electorales y de plano mienten al decir que la Cámara de Diputados funcionaba como un contrapeso al Ejecutivo, al pedir que "recupere" ese papel. Este tipo de críticas totales y absolutas contra un gobierno, son negativas, porque al poner como condición que el grupo en el poder ganado en las urnas renuncie al ejercicio del mismo o sea desplazado, impide, bloquea, que en efecto el gobierno corrija aquellas cosas que en su actuar tendría que corregir. Y su posición contrasta poderosamente con su avenimiento con los anteriores gobiernos, en los que, de manera directa o indirecta, tenían arte y parte. El documento resuena mucho a la queja de un grupo desplazado de su capacidad de ejercer influencia y, por supuesto, obtener ingresos del presupuesto público. Y al final, justamente refuerzan la percepción de que la cuarta transformación de Andrés Manuel López Obrador está llevando a la práctica la revolución contra el Ogro Filantrópico que propuso Octavio Paz en su famoso ensayo donde acusaba al estado mexicano de estar controlado y explotado por dos burocracias: "la de los administradores y burócratas" y la clase política. En el neoliberalismo, la modernización política, que abiertamente se presentó como "profesionalización de la política", agregó, como parte de esta alianza un estamento corporativizado de intelectuales, tecnócratas y comunicadores captados y dependientes de programas como el Sistema Nacional de Creadores, el Sistema Nacional de Investigadores, los múltiples organismos descentralizados autónomos y un pesado gasto en comunicación.

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