La rebelión de los
desplazados:
Varios de los intelectuales
mexicanos más conocidos, algunos de ellos que estuvieron en organizaciones
políticas de izquierda antes de 1988 y todavía algo después, y cuando menos dos
que se asociaron a campañas electorales de AMLO, publicaron un desplegado
acusando a la "supuesta cuarta transformación" de autoritarismo y de
hacer retroceder los "avances democráticos" (¿se puede llamar así a los fraudes electorales sistémicos y
recurrentes?). Llaman a hacer una alianza para quitarle al gobierno la mayoría
en el congreso. De entrada por su composición y tono suena a aquel llamado
"Grupo San Ángel" que impulsó a Vicente Fox y participó en su
gobierno. Y es claro que den por exitosa la llamada "transición democrática"
que a algunos de ellos, o gente cercana a ellos, les trajo puestos, presupuesto y vínculos con
los gobiernos neoliberales. Pero más allá de ello, lo que es super evidente es
el carácter endogámico y uniclasista, incluso estrictamente chilango, del
grupo, por una parte. Y por otra, el que pecan del vicio de los intelectuales
mexicanos que acusaban Carlos Mosiváis, Ikram Antaki y el propio Roger Bartra
que firma esta carta: Más que un grupo meritocrático que argumenta en función
de conocimientos, actúan y se presentan como un estamento clasista autolegitimado
por una "superioridad moral" frente al resto de los ciudadanos
mexicanos, una especie de ciudadanos de los ciudadanos o super ciudadanos.
Llama la atención que el documento no habla de las grandes desigualdades
producidas por el período neoliberal y cómo corregirlas, pero sí de una
centralización del poder (y el presupuesto, por ende) del actual gobierno
respecto a los organismos descentralizados, fideicomisos y demás, de los que
específicamente ellos recibieron puestos e importantes apoyos. Su llamado es
claro: no buscan una mejor distribución de la riqueza, igualdad social o cosa
parecida, sino participación en el gobierno (y el presupuesto). Ese es el nivel
de pluralismo que describen, al que llegan. Y apelan a los ciudadanos como una
mera masa de maniobra (votos) para apoyar los contenidos y objetivos
predefinidos por ellos (en su calidad de intelectual y moralmente superiores). Su propuesta no es progresista
porque no plantea un cambio de formas, actividades y objetivos, sino regresar a
darle vigencia a las formas e instituciones surgidas después de 1988 y que
tuvieron todo que ver con la búsqueda de "legitimidad por desempeño"
con que Salinas de Gortari desgranó al Frente Democrático Nacional, incluso
directamente dándole chamba a muchos de estos firmantes o gente cercana a
ellos. Olvidan y obvian totalmente los fraudes electorales y de plano mienten
al decir que la Cámara de Diputados funcionaba como un contrapeso al Ejecutivo,
al pedir que "recupere" ese papel. Este tipo de críticas totales y
absolutas contra un gobierno, son negativas, porque al poner como condición que
el grupo en el poder ganado en las urnas renuncie al ejercicio del mismo o sea
desplazado, impide, bloquea, que en efecto el gobierno corrija aquellas cosas
que en su actuar tendría que corregir. Y su posición contrasta poderosamente
con su avenimiento con los anteriores gobiernos, en los que, de manera directa
o indirecta, tenían arte y parte. El documento resuena mucho a la queja de un
grupo desplazado de su capacidad de ejercer influencia y, por supuesto, obtener
ingresos del presupuesto público. Y al final, justamente refuerzan la
percepción de que la cuarta transformación de Andrés Manuel López Obrador está
llevando a la práctica la revolución contra el Ogro Filantrópico que propuso
Octavio Paz en su famoso ensayo donde acusaba al estado mexicano de estar
controlado y explotado por dos burocracias: "la de los administradores y
burócratas" y la clase política. En el neoliberalismo, la modernización
política, que abiertamente se presentó como "profesionalización de la
política", agregó, como parte de esta alianza un estamento corporativizado
de intelectuales, tecnócratas y comunicadores captados y dependientes de
programas como el Sistema Nacional de Creadores, el Sistema Nacional de
Investigadores, los múltiples organismos descentralizados autónomos y un pesado
gasto en comunicación.
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