Carta a
mi dentista con motivo del proceso electoral.
Rodolfo
Uribe.
Hola
mi querido Pedro, tenemos 20 años de amistad y por eso se me hace difícil
bloquearte de mi whats up, además de que lo necesitamos para mantenernos en
contacto tanto por sí requiero de tus servicios expertos como sí tú necesitas
de mis semestrales pagos que hay gente que considera excesivos, pero que yo
valoro por la alta calidad de tu trabajo y a lo largo de tantos años buenos
resultados en comparación con mis experiencias anteriores. Justamente escribo
esto porque tengo perfectamente claro que eres una persona honesta, un
excelente profesional, casi un artista o un artesano en el arte de reconstruir
con cuidado las piezas bucales destruidas y muy efectivo en prevenir males mayores
a aquellos con los que llegan tus pacientes. Tu estilo minucioso y detallado en
el trabajo también se manifiesta en que no uses una calculadora o computadora,
ni ayudante para sobrellevar a tus pacientes, sino que, como -imagina uno- como
tus antepasados en el centro de Europa que denuncia tu apellido
“impronunciable” lleno de consonantes, apuntas a lápiz en mínimas tarjetas del
siglo pasado el costo de cada material y procedimiento que usas. Son evidencias
de que en tu trabajo te riges por una ética que nunca ha sido lo normal ni la
regla en este país. Lo son también las enormes dificultades que a lo largo de
estos años has tenido para sostener un doble consultorio para cumplir tus
compromisos haciendo vida simultánea en dos ciudades como es ya nuestro estilo
de vida de muchos mexicanos y no dejándote absorber por los modernos sistemas
empresariales hospitalarios que están absorbiendo a los profesionales médicos e
imponiéndoles una ética de trabajo industrial y convirtiéndolo en los hechos en
poco menos que en sus empleados presionados en extraer cada vez más ingresos de
los pacientes para sostener la renta de su consultorio en sus modernas torres.
Tanto tu dedicación, calidad de trabajo y tu voluntad de mantener una práctica
profesional honesta como única fuente de tus ingresos son razones que me animan
a escribirte esto en respuesta a los mensajes de whats up con que me has
saturado en los últimos meses y a los contenidos de las pláticas recientes, en
los que hay una enorme contradicción con tu estilo, y diría, hasta el sentido
de tu vida. Me hace mucho ruido que te identifiques no sólo con gente que, todo
lo contrario a ti, vive y ha vivido de manera deshonesta y abusando del
prójimo, sino que además son los directamente responsables de que por más que
te esfuerces nunca puedas llegar a una situación de desahogo y tranquilidad, y
al igual que yo, que soy empleado público, no puedas ni siquiera plantearte la
idea de jubilación o retiro.
A lo largo de los años, no sólo he
sido testigo de cómo te has esforzado en el trabajo para mantener un nivel de
vida que consideras digno para tu familia, que como para muchos mexicanos
incluye el poder darle una educación privada a tus hijos, la pertenencia a
clubes deportivos donde tu familia pueda tener actividades saludables y
relacionarse con personas que consideras seguras y de buenas influencias,
además de relaciones que se pueden convertir en un futuro en un capital social
para tus hijos. Han sido también esos años cuando los males de nuestra
civilización han golpeado dolorosamente tu entorno con enfermedades producto de
la contaminación general y la química de la alimentación industrial y otros
procesos y formas de vida, que te llevaron a buscar formas alternativas tanto
de vida como de trabajo, que desgraciadamente no pudiste consolidar por la
perentoria necesidad siempre creciente de ingresos para cumplir con las
necesidades y exigencias familiares en relación con una determinada forma de
vida social.
Sin embargo, cada vez que vienen las
elecciones, en automático, cambias tus saludos, y ahora resulta que los
candidatos oficiales, es decir, estos mismos funcionarios, son lo mejor que
hay, todavía más a contralógica, “van a traer un cambio”. Es decir, que quienes
han hecho miserable tu vida con sus acciones de gobierno, quienes han abusado
siempre de ti, resultan que son por el sólo hecho de presentarse ahora en plan
de candidatos, “la mejor opción”, “la más segura”, pero además una alternativa.
De pronto has olvidado todo lo que has venido diciendo durante cinco años y
esperas que los mismos que has estado identificando como lo contrario a ti:
gente que se enriquece mediante la deshonestidad y el abuso, resultan ser lo
mejor para ti. Y, como es el caso ahora, contradiciendo totalmente la
delicadeza de tus formas de trato, tu “educación” y cortesía, tu “decencia”,
llenas a tus amigos de mensajes que reproducen todas las formas más bajas de
mentiras e insultos sobre los candidatos de la oposición. Y ya en el diálogo
personal, terminas negando lo que afirmabas de los funcionarios y sus
políticas, el abuso que identificabas que sufrías y sus excesos en su vida
social y personal que conoces de primera mano, para promover en los hechos su
reelección, o la continuación de su partido y su sistema. Ahora resulta que,
justamente por haberse enquistado en el gobierno, por haber operado sus
principales acciones de destrucción del patrimonio público, por aplicar las
formas más abusivas de extracción de recursos sobre la gente que trabaja como
tú, son “confiables”, “inteligentes” y “capaces”.
Y como parte de la misma
sintomatología, es muy curioso, como, a pesar de ser consciente de mi formación
(Ciencia Política) y práctica profesional (periodismo), intentas convencerme de
que no entiendo lo que pasa y que soy ingenuo al creer que tal candidato de
oposición tiene otro tipo de intenciones o propuestas. Todavía más raro,
sabiendo que conocí, trabajé y conviví personalmente de manera estrecha por
años, con uno de ellos, tratas de convencerme de que estoy equivocado, y sobre
todo, que tú, que ocasionalmente oyes “de reojo” los noticieros de radio y
televisión, estás mucho mejor y más adecuadamente informado, sobre todo, de la
personalidad -que olvidando la dimensión de las políticas aplicadas y
propuestas se vuelve tu única forma de valorar- incluso íntima del candidato.
Tus fuentes de información “válidas”, son, por supuesto, tu familia y tus
amigos del deportivo y de tu vida social. En dos palabras “el chisme”, que,
curiosamente, de pronto ha dado un vuelco en su sentido y contenido y ha pasado
al juzgar a la misma persona y las mismas acciones, de una valoración negativa
a una absolutamente positiva. Ni siquiera eres capaz de darte cuenta del
insulto implícito que me haces al descalificar tanto mi experiencia inmediata
profesional, como, mi competencia y especialización profesional.
Cuando discutimos la posibilidad de
una oposición u otra forma de hacer las cosas, la política y el gobierno, que
por supuesto siempre excluye tu participación en la más mínima iniciativa de
acción colectiva o social, terminas entonces pintando un paisaje apocalíptico
en donde todo lo político, y toda la política es cosa mala y “sucia” y
cualquier otra cosa es imposible; y de ahí llegas a la conclusión contralógica
de que no se puede hacer nada sino “apoyar a quienes ya están ahí” porque “por
algo están ahí”.
Más exagerado aún, tengo otros
amigos que siendo también pequeños empresarios “luchones” y honestos o
profesionistas “liberales”, se han dedicado a organizar actividades para
concientizar y resistir la situación de violencia en que vivimos, pero que
ahora, cerrando los ojos ante las mismas acusaciones y testimonios que en sus
propias organizaciones han recibido sobre la altísima correlación de los
funcionarios con la delincuencia organizada, como se ha hecho evidente en los
estados de Morelos, Veracruz, Tamaulipas y Nayarit, cuando menos; ahora dedican
todo su tiempo a apoyar a candidatos relacionados con estos mismos grupos y
partidos políticos sin percibir la contradicción de sus actitudes y acciones.
Es decir, gente honrada que se está jugando hasta el patrimonio, por apoyar a
gente que la experiencia, trayectoria e información pública demuestra que nunca
lo han sido, y cuya acumulación de riqueza depende del propio abuso sobre
quienes se suman a su base social.
Estas posiciones, estas actitudes y
estas acciones que suponen una incongruencia lógica no asumida e incluso
negada, a lo que se parecen más, es a la actitud de las esposas maltratadas
cuya vida está regida básicamente por el miedo y cuyo retorcimiento llega al
extremo de que todos conocemos, por ejemplo, mujeres que en la vida pública se
declaran y participan en actividades feministas, pero que sabemos que soportan
una vida personal de abuso permanente. Los psicólogos tienen perfectamente
identificada dicha situación donde lo que guía realmente todas las
determinaciones de las personas, incluso en propio detrimento, y que los llevan
a identificarse con sus maltratadores y atacar a quienes les hacen conciencia
de su situación o plantean un cambio de ella, es el puro miedo. Eso explica
también porque gentes con perfiles psicológicos patológicos reconocidos por los
psicólogos, como en nuestro ámbito ha ocurrido con Salinas de Gortari, Peña
Nieto y ahora Ricardo Anaya, tengan “suerte” política. Y esa es la esencia pura
del conservadurismo, una idea mal vista y vergonzosa que, por supuesto, no se
atreven a enunciar quienes lo practican, porque en realidad, son muy pocos los
que son conscientes de que impulsan esta opción política porque lo único que
ven en su vida “decente”, o único que sienten, es miedo. Por eso aplastan tan
fácilmente la verdad, rompen la lógica y lo niegan todo, menos la obediencia y
el reconocimiento a quien abusa de ellos. Y el otro síntoma muy importante a
tener en cuenta, se sienten profunda y seriamente ofendidos, pero peor que eso,
amenazados, por quienes no sienten miedo y que, al actuar en consecuencia, les
hacen evidente su condición y contradicciones. Ese es el gran peligro que
encierran las gentes “decentes”. Los que Alberto Moravia llamaba “los
indiferentes” (pueden ver su novela llamada así, o la gran película que hizo
sobre ella Lucino Visconti), los que un día cambian su traje gris y su corbata
por una camisa negra y parda y guardan silencio, encubren y hasta participan de
los genocidios. Eso, sí, siempre mantendrán, como su mayor “valor”, mantener
“la conciencia limpia” aunque para eso tengan que negar a su propia madre.
Parte de la gravedad de todo lo
anterior, es que entonces también, en la vida cotidiana, en los intercambios sociales
normales, saludables, acaban destruyendo, negando, el carácter básicamente
solidario de lo social, la interdependencia básica como nivel de entendimiento
básico y de comprensión y planeación de lo deseable a nivel social. Ese
necesitarse unos a otros en un intercambio dialogado y consensado mediante el
reconocimiento de las cualidades del otro, de donde además, nacen la confianza,
la amistad e incluso el amor. Tenemos que recordar que todo parte de esa
interdependencia, de ese necesitarnos todos, de ese necesario respeto, de esa
necesaria compasión como mediación entre unos y otros y reformular y corregir
toda acción pública, y por lo tanto política, teniendo esto en mente. Por esto,
contra la idea de que el ideal de vida sea no hacer o participar en política,
al contrario, tenemos que entender que nada se logrará nunca si limitamos
nuestra actividad civil a votar cada 3 o 6 años en lugar de involucrarnos y
exigir en todo momento y en todo ámbito de nuestra vida pública.
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