sábado, 10 de septiembre de 2011

¿La Reelección es Democrática?.

En los últimos tiempos hemos visto como los demócratas "de los últimos tiempos"- muchos de ellos que no comentaron nada ante el fraude electoral de 2006- se han movilizado eficazmente en los medios de comunicación para promover una reforma política que textualmente coincide con la propuesta por Felipe Calderón, y que incluso hoy 7 de septiembre, fue reafirmada por este personaje, sobre todo en un contenido definido como fundamental: la reelección inmediata para diputados y presidentes municipales. Con esta petición llegaron incluso un grupo autodefinido como twitero a irrumpir en la comisión permanente de la cámara de diputados con la bendición de Javier Sicilia para enseñarle unos grandes relojes y la petición textual de aprobar la reforma tal y como está e inmediatamente. De haberlo hecho no habría otra manera de llamar eso sino golpe de estado. Pero además, lo extraño es que la petición democrática de Revocación de Mandato, es decir, que si un funcionario no cumple pueda ser despedido mediante algún procedimiento legal y democrático como el impeachment que existe en Brasil y Estados Unidos incluso para el Presidente, se llegó a la creencia de que la única manera de "castigar" a un político es evitar que se reelija (¡incluso ahora que no existe la reelección!). Esto sólo puede ser fruto de un razonamiento bastante retorcido parecido al de las mujeres maltratadas que justifican a sus maridos (como la mujer de Iztapalapa que dejó que abusarán de sus hijas bajo el argumento de que así viven los de clase media), o los secuestrados que creen que sus secuestradores los protegen en lo que es conocido médicamente como "síndrome de Estocolmo". Acertádamente Pablo González Casanova hablaba desde hace dos años de que en la sociedad, las clases medias, los asalariados con plaza, quienes obtienen todavía buenos ingresos y los ejecutivos, están viviendo bajo lo que se conoce como "percepción distorsionada", donde las personas se niegan a aceptar una realidad demasiado dura y creen lo que quieren creer. En los casos en que se ha estudiado en individuos esto es fruto de una violencia extrema o sostenida, o de un acoso permanente. Sólo así podemos llegar a pensar que un castigo para un político es que "no se pueda reelegir" porque la gente no va a votar por él, en un país donde lo normal es que no se respete el voto popular. Y esto también, sólo puede llegar a pensarse cuando ya de manera profunda las personas están convencidas de que las leyes son inaplicables y que la el ser funcionario y gozar de impunidad es un hecho natural e incontrovertible. La vieja solución de que se apliquen las leyes y que quienes cometan delitos o incumplimientos sean procesados, simplemente ha dejado de ser un horizonte posible para estas personas, y además renuncian a plantearse un proceso democrático como es el de la revocación de mandato, o incluso al de, siguiendo el ejemplo ya realizado por López Obrador en el D.F., de plebiscitos antes de terminar los plazos legales. El que estemos viendo la reelección inmediata de funcionarios como un hecho democrático no es más que un indicador, un síntoma, de lo enferma que está toda la sociedad mexicana. Y no hablo de los obvios: los narcos, los extorsionadores, "los políticos", ni de "la pandilla que nos robó el poder" como dice López Obrador, sino de nosotros, los que así creemos estar promoviendo la democracia.

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