sábado, 6 de julio de 2024

 


Vasija de Jade

Estaba en el comedor parado junto a la mesa. Sin razón alguna volteé hacia la izquierda y la puerta de la cocina estaba abierta, pero se veía muy oscuro. Apenas reconocí que un amigo mayor que yo estaba parado ahí, con sus lentes y su chamarra de costumbre. “Pasa”, le dije, “Qué haces ahí, cuándo llegaste”. Entró al comedor sin decir nada. Le comenté “justo acabo de ver a tus dos niños”, pero al mismo tiempo pensé en silencio: “¿pero que no eran niñas?”. Siguió medio sonriente pero sin hablar, pensé que siempre había tenido que buscar tema de conversación y que siempre hablábamos de su trabajo que era muy interesante en una institución pública, de hecho era nuestro único tema. Recordé que hacía mucho que no lo veía y no sabía qué hacía. Por precaución no quise preguntarle si seguía en el mismo trabajo, mejor pregunté: “¿Qué has estado haciendo en el trabajo? Pero al mismo tiempo me acordaba que ya había muerto. Y él se giraba y salía por la puerta de la sala. Pensé que qué interesante, que tendría que repetirle la pregunta sobre que había estado haciendo este tiempo para saber que hacen del otro lado, qué hacen los muertos. Lo seguí a la sala, pero ví que en medio de ella había como una división translúcida el otro lado más obscuro, como la cocina. Pensé que si pasaba esa división iba a dejar de verlo, así que caminé con cuidado mientras le hacía la pregunta. Pero él avanzó y se acercó a una vasija verde muy bonita, de mediano tamaño con adornos dorados. Y que al pasar detrás de la vasija sólo le veía la mitad del cuerpo, por ahí pasaba la división translucida. Al tratar de alcanzarlo viendo la mitad, me daba cuenta de que yo mismo quedaba a la mitad de la división viendo la vacija de manera repetida, como si fueran dos, uno de cada lado y que el estaba también al mismo tiempo en cada lado, hasta que pasar detrás del jarrón verdadero o material o real, lo dejaba de ver y yo mismo cruzaba la división y volvía a estar solo. “¡Chin!”, exclamé, “¡Acabo de perder una oportunidad única de saber que hacen para pasar el tiempo del lado de la muerte!”. Y me sentí fracasado como investigador por haber desperdiciado mi única pregunta.

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