Vasija
de Jade
Estaba
en el comedor parado junto a la mesa. Sin razón alguna volteé hacia la
izquierda y la puerta de la cocina estaba abierta, pero se veía muy oscuro.
Apenas reconocí que un amigo mayor que yo estaba parado ahí, con sus lentes y
su chamarra de costumbre. “Pasa”, le dije, “Qué haces ahí, cuándo llegaste”. Entró
al comedor sin decir nada. Le comenté “justo acabo de ver a tus dos niños”,
pero al mismo tiempo pensé en silencio: “¿pero que no eran niñas?”. Siguió medio
sonriente pero sin hablar, pensé que siempre había tenido que buscar tema de
conversación y que siempre hablábamos de su trabajo que era muy interesante en
una institución pública, de hecho era nuestro único tema. Recordé que
hacía mucho que no lo veía y no sabía qué hacía. Por precaución no quise
preguntarle si seguía en el mismo trabajo, mejor pregunté: “¿Qué has estado
haciendo en el trabajo? Pero al mismo tiempo me acordaba que ya había muerto. Y
él se giraba y salía por la puerta de la sala. Pensé que qué interesante, que
tendría que repetirle la pregunta sobre que había estado haciendo este tiempo
para saber que hacen del otro lado, qué hacen los muertos. Lo seguí a la sala,
pero ví que en medio de ella había como una división translúcida el otro lado
más obscuro, como la cocina. Pensé que si pasaba esa división iba a dejar de
verlo, así que caminé con cuidado mientras le hacía la pregunta. Pero él avanzó
y se acercó a una vasija verde muy bonita, de mediano tamaño con adornos
dorados. Y que al pasar detrás de la vasija sólo le veía la mitad del cuerpo,
por ahí pasaba la división translucida. Al tratar de alcanzarlo viendo la
mitad, me daba cuenta de que yo mismo quedaba a la mitad de la división viendo la
vacija de manera repetida, como si fueran dos, uno de cada lado y que el estaba
también al mismo tiempo en cada lado, hasta que pasar detrás del jarrón verdadero
o material o real, lo dejaba de ver y yo mismo cruzaba la división y volvía a
estar solo. “¡Chin!”, exclamé, “¡Acabo de perder una oportunidad única de saber
que hacen para pasar el tiempo del lado de la muerte!”. Y me sentí fracasado
como investigador por haber desperdiciado mi única pregunta.
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