viernes, 19 de agosto de 2022

 




La verdad es que las palabras recibidas

Se quedan guardadas por mucho tiempo

Como granadas con temporarizador o minas olvidadas

De una guerra que hace mucho caducó.

 

No importa el tiempo ni la intención con que fueron dichas.

Despiertan memorias, imágenes, personas o simplemente emociones.

 

A solas, un día o una noche, resurgen,

Con motivo o sin él, haciéndose eco de algo que ocurre o no.

Muchas más veces meramente llenando un hueco o un vacío.

 

Nuestros pechos y cerebro son campos minados donde coleccionamos

Lugares peligrosos que después tratamos de evitar avanzando, avanzando siempre,

Sin voluntad ni deseo, inevitablemente, hacia la muerte.

 

Obedecemos órdenes que nadie dio con la convicción de una especie de nacionalismo que tampoco existió.

 

O, peor aún, esperamos escondidos, paralizados, sentados

Con la espalda apoyada en una pared fría y la cabeza entre las piernas,

En el fondo aterrador de una trinchera cuya construcción,

Escarbando y consolidando muros, nos llevó toda la vida,

La energía, la alegría y el valor.

 

Llegará con el tiempo o quizás solamente soñaremos un armisticio.

O simplemente desaparecerán el miedo y la angustia sin que nos demos cuenta

O nos enteremos.

Desaparecerémos y lo demás seguirá igual, como un vehículo sin conductor,

Su propio camino sin sentido.

No hay comentarios:

Publicar un comentario