lunes, 23 de septiembre de 2019





Coincides en el estacionamiento con la exuberante vecina.
Inician platica y van descubriendo que tienen cosas en común, cómo los gatos, los libros y los hijos, 
que la diferencia de edad no es tan amplía como pensabas. 
De pronto, cómo es que esto siempre ocurre, se va la luz, y se quedan a obscuras entre los coches. 
Descubren un cielo de obscuras nubes de formas caprichosas y una luna brillante sobre la sombra de árboles y palmeras. 
Se despiden con un abrazo que junta el calor de las pieles y enreda los contornos y las formas de lo masculino y femenino.
 Y cuando el contacto resbala hacia un inevitable beso una niña grita desde el edificio: se fue la luz mamá! 
Te retiras a tu puerta con el cuerpo palpitante trastornado por el calor de sus pechos. 
Sabes que no podrás dormir esta noche y que no habrá electricidad para ver la televisión o leer. 
La cálida noche es larga y obscura.

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