domingo, 4 de septiembre de 2016





Mis Experiencias con el Plagio Académico (1).


Hace años, una universidad estatal publicó un libro sobre agricultura donde al autor le dio flojera hacer un resumen de la historia económica del estado y no encontró nada mejor que copiar el que yo había publicado en una revista científica local como parte de un artículo sobre la manufactura regional. En esos momentos trabajaba yo en una oficina de promoción regional de la UNESCO y la organización había lanzado una campaña mundial para promover la cuestión de los derechos de autor en ciencia y literatura, señalando reglas muy claras sobre lo que consistía un plagio. Paralelamente, como parte de los ajustes derivados de la entrada de México en el GATT y todo eso, se habían ajustado las leyes mexicanas al respecto, así que fue relativamente fácil consultar ambas propuestas para verificar que se había dado un plagio. Aprovechando que conocía a un asesor del rector me acerqué a él para promover un arreglo amistoso que podría haber consistido en agregar un pegoste al libro aclarando el origen de esa parte del texto, cuando lo legal habría sido la retirada de la edición de la circulación. El rector mandó llamar al autor, este señaló que lo había copiado de un documento de apoyo a la campaña del candidato del partido oficial que ya era gobernador en funciones, y que a su vez, consultando a quienes elaboraron tal texto de campaña, lo habían copiado de un informe interno de la Secretaría de Educación, que lo había tomado a su vez de la versión original de mi trabajo. Lo curioso es que el autor aceptaba que lo había copiado tal cual, pero negaba que fuera plagio porque lo había tomado de un documento oficial y decía desconocer mi artículo publicado en una revista de la misma Secretaría y dependencia que elaboró los documentos que mencionaba. Pero la respuesta del rector fue muy al estilo de la entidad. Dijo que la Universidad era demasiada cosa frente a un investigador chilango y que no tenía tiempo ni necesidad de ocuparse de eso. Entonces, ya formalmente le solicité proceder conforme a derecho, retirando de la circulación la publicación. Nuevamente la respuesta fue de toda soberbia advirtiendo que no encontraría en el estado un abogado que tomara el caso porque sería contra la Universidad. Casi al mismo tiempo me contactó un periodista del único periódico de oposición en el estado y le conté la historia. Menos de una semana después el presidente de la república visitó el estado y como una de las actividades centrales estaba la inauguración de la biblioteca central de la Universidad. Se hizo público que el rector aprovecharía para solicitar una ampliación de presupuesto para un ambicioso proyecto que en el fondo buscaba hacerle nombre para poder posicionarse, por supuesto, ¿acaso puede haber en provincia otro objetivo en la vida?, como precandidato a gobernador. El presidente llegó en efecto una tarde a la explanada de la Universidad en donde le prepararon una recepción masiva atravesando una valla de estudiantes. Sin embargo, los estudiantes enarbolaban el periódico del día cuya primera plana se dividía en dos noticias: la primera una denuncia de desviación de recursos en algún proyecto de la universidad, y en la segunda cabeceaba: "la universidad acusada de plagio". Al día siguiente todos los periódicos publicaron en primera plana una fotografía del presidente observando a los jóvenes enseñándole los periódicos. En provincia todo es cercano y es fácil saber lo que pasa, hubo testigos que le comunicaron a los periodistas que cuando en presencia de funcionarios, dentro de la nueva biblioteca, el rector le planteó su gran proyecto al presidente, éste, con su famosa agudeza, le dijo sin perder su sempiterna sonrisa de ratón y señalando con la cabeza a la explanada: “primero resuelva sus problemas”. Sin pena ni gloria el rector acabó su período y regresó tranquilamente a atender su consultorio, dar su hora semanal de clase y cuidar el ganado de su rancho. 

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