martes, 1 de septiembre de 2015


Guaytalpa.

Esa mañana atravesé otra ves las carreteras verdes del pantano, el agua escurría de todas partes y los cercados dividían los potreros llenos de pasto verde limitados por acahuales de altos árboles combinados, avanzaba rápidamente. Pronto llegué al pueblo, atravesé las calles estrechas de portales anchos hasta el extremo, hasta lo más pobre. En la esquina estaba, lo que en otras veces había pensado que era una escuela en extremo pobre, muchos niños. Bajé del coche y esta vez entré a la calle a pie, me metí bajo el portal. Había muchos niños miserablemente vestidos pero ví que más allá había adultos igualmente malvestidos y que la casa con las ventanas totalmente arrancadas como en un edificio abandonado era también increíblemente pobre. Al acercarme a los niños ví que había algo de particular en ellos, pero en fin niños, me llamó la atención que en sus juegos en el corredor bajo el portal se mezclaban con los adultos, todos morenos con el color de la gente local. De pronto me llamó la atención que en una silla cubierta con una sábana blanca estaba sentado un hombre desnudo extremadamente amarillo, era un hombre viejo pero con la musculatura marcada de quien trabajó en el campo toda la vida. Pensé que era una foto estupenda, pero que no era momento de tomar fotos, de hecho dudé de que llevara la cámara, pasando a este señor ya sólo había adultos semidesnudos que no podían esconder su condición de enfermos siquiátricos. Al llegar al final del portal, estaba una casa normal y comenzaba un jardín de pueblo con animales domésticos y flores. La señora que yo llegaba a ver estaba ahí, le tenía mucha confianza y no era la primera vez que llegaba a su casa pero siempre había ido en coche. De pronto vi que como trabados en los ladrillos de una columna había dos jícaras obscuras pero se movían y resultaban ser las cabezas de dos niños muy pequeños que se metían y salían a la columna (como dos chaneques). Le pregunté por el siquiátrico a la señora. Me dijo: "No. Es una muerta que no confió en su padre y se fue. El era buena gente ni siquiera acaudaló nada". Me quedé estupefacto pensando que no era un portal ni un hospital siquiátrico pobre donde abandonaban a los enfermos en el municipio. Acababa de atravesar un cadáver.

No hay comentarios:

Publicar un comentario