viernes, 10 de octubre de 2025

De Auschwitz a Gaza:  la extática condición humana: víctimas y espectadores. 

Rodolfo Uribe Iniesta.

“El misterio de la filosofía es la impensabilidad de la desesperación”

Teodoro Adorno.

El conocimiento de lo ocurrido en los campos de concentración, emblemáticamente en Auschwitz, más allá de la brutalidad de los bombardeos inmisericordes de civiles y destrucción de ciudades, en este caso el ejemplo son Hiroshima y Nagasaki, generaron un nuevo orden mundial basado en una ideología propuesta universal de los Derechos Humanos con sus respectivas instituciones para su instrumentalización y cuidado. De ahí surgieron las concepciones jurídicas de crímenes de guerra, genocidio, etc. Quien mejor expuso y elaboró lo que significó, en particular Auschwitz fue Teodoro Adorno en su texto de la Dialéctica Negativa. 

Adorno comparte el sentido común de los filósofos de entonces de que ya no se podría pensar sin considerar la presencia de los hechos de Auschwitz, que por un lado descalificaban la ingenuidad del ser-ahí de Heidegger (que ni renunció a su puesto ni abjuró nunca del nazismo), por otro exhibía la mala conciencia hipócrita de la filosofía positiva y optimista y denunciaba la incomodidad -por decir lo menos- de los supervivientes, y sobre todo la carga de la imposición de la condición de espectador. Rompió el optimismo inherente de la idea de una continuidad entre modernidad, racionalidad y progreso y la posibilidad de seguir sustentando la idea de “Occidente” como proceso progresivamente civilizatorio.

Impuso la necesidad de que el pensamiento para ser verdadero tiene que pensar contra sí mismo. Denunció Adorno -contra el sentido común mayoritario- que Auschwitz no es un accidente sino un necesario resultado del orden y pensamiento occidental. Pero señaló también algo muy fuerte, importante e incómodo: “Hitler impuso un nuevo imperativo categórico a la filosofía: orientar su pensamiento y su acción de tal modo que Auschwitz no se repita, que no ocurra nada parecido.” Todavía en 2003 el filósofo español Reyes Mate defendía la necesidad de considerar a Auschwitz como un hecho singular.

Pero a partir del 7 de octubre de 2023 se rompió la singularidad del horror de Auswichtz, magnificado porque no se hace ahora a escondidas sino públicamente y contemplado en vivo a nivel mundial por los medios electrónicos de comunicación y las modernas redes virtuales. Ya de por sí la franja de Gaza cumplía con las condiciones de un régimen de apartheid como el viejo de Sudáfrica, y con las de un verdadero campo de concentración o cuando menos una repetición del Gueto de Varsovia establecido por los nazis. Sólo que esta vez se trata de 2 millones de personas. 

El inicio de la agresión siguió el patrón de montaje y simulacro con el que Estados Unidos ha iniciado todas sus guerras, incluyendo el derribo de las torres gemelas de Nueva York. Hoy se sabe que la mayoría de las cosas horribles que se dice que cometieron los militantes de Hamas al romper el cerco impenetrable y atacar colonias y un festival musical, no fueron ciertas. Pero lo que no se ha averiguado es porque precisamente ese día dejó de funcionar la vigilancia, tecnología y unidades armadas del cerco. Tampoco se ha explicado como sabía Hamas que justo ese día habría una oportunidad. 

En Gaza el ejército israelí de Netanyahu ha cometido todos los crímenes de lesa humanidad imaginables y año y medio después mantiene viviendo en condiciones inimaginables y sin agua, alimentos ni medicinas ni hospitales a casi dos millones de personas. Es peor que lo de Auswichtz y se da justamente cuando vivimos lo que Jean Baudrillard llamó el “éxtasis de la comunicación”. Que se caracteriza, en su palabra, por una condición estática tanto de las víctimas como de los espectadores (que es toda la población mundial). Y el éxtasis no se da por una sensación de placer sino como producto secundario de un acoso brutal sobre todo individuo de una sociedad moderna, cuya condición de ciudadano con opinión y capacidad de incidir en las decisiones de los gobiernos de las democracias modernas quedó nulificada. Como pronosticó en 1991, la guerra se oculta y justifica como una mera negociación de rehenes, pero en la que quedamos “todos nosotros como rehenes de la información en el escenario de los medios de comunicación”.

¿Cómo pensar después de Gaza?, concluía Baudrillard que a la velocidad de la información las cosas pierden su sentido”. En 1991 se quejaba de la opacidad y el simulacro, ahora la estaticidad de la humanidad viene de la saturación (no sólo virtual sino real de horrores) y la impotencia, como víctimas permanentes de una violencia doméstica global.